Regular al turismo en Mazatlán a partir de un diálogo que tome en cuenta el impacto que la actividad ejerce sobre el medio ambiente y la opinión de la población local que es afectada al ser desplazada o porque se priorizan los servicios para los visitantes, es lo que proponen especialistas en turismo y espacios públicos.
La necesidad de establecer un orden quedó de manifiesto luego de que un grupo de empresarios y habitantes del municipio impulsaron una campaña para regular la contaminación acústica del puerto; pero cuando la exigencia se centró en las bandas de música sinaloense que tocan en la playa, por el supuesto rechazo de turistas extranjeros, la noticia escaló a nivel nacional. Fue entonces cuando el término gentrificación se instaló en la discusión, pero para entenderlo, primero hay que tener una idea clara de lo que es la turistificación.
La turistificación se presenta cuando la población local opta por dejar de frecuentar sus espacios. La doctora Blanca Roldán Clará, investigadora en temas de desarrollo sustentable de la Universidad Autónoma de Occidente (UAdeO), explicó que en este caso los escenarios que eran utilizados por los habitantes locales para el ocio, traslado u otras actividades se transforman en lugares para el uso y disfrute de turistas, por lo tanto, la población local tiene menos opciones. Lo mismo que sucede con las playas y con los Pueblos Mágicos.
“Los locales generalmente dejan de utilizar el espacio de la playa cuando saben que se va a llenar de turistas. Entonces, se les quita el acceso de manera ’voluntaria’, ya no lo pueden usar porque deciden no usarlo”, expuso.
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Los accesos a la playa son otro ejemplo, añadió, pues por ley debe haber uno cada 500 metros, pero hay zonas en que estos pasos son ocupados por hoteles.
La pérdida de paisaje debido a la construcción de torres que son aprobadas para dar abasto a la demanda de rentas vacacionales por parte de los visitantes también es parte de la turistificación. La académica explicó que tener una menor vista al mar es una afectación para la población local porque la posibilidad de apreciar el paisaje se le deja a quienes tienen la capacidad económica de pagar la renta o comprar departamentos en esos complejos.
Roldán Clará indicó que la generación de basura se torna en un escenario similar porque la población flotante (que usa el territorio pero radica en otro lugar), genera desechos de manera exponencial, lo que a su vez representa más carga para el servicio de recolección, el cual podría dificultarse y convertirse en un problema de salud pública si no se implementan estrategias que abonen a la prestación de un servicio integral de recolección y tratamiento.
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El encarecimiento de los servicios y la gentrificación
Blanca Roldán detalló que con nuevas personas que usen el espacio, llegan también nuevas dinámicas, como la de cobrar servicios que antes eran gratuitos como los estacionamientos; o lugares que antes eran de acceso libre y ahora tienen una cuota de entrada porque se identificó la oportunidad de hacer negocio con un nicho de mercado, pero la población local lo resiente. Así como este, se suman otros cobros que hacen que las personas que radican en este destino se tengan que desplazar a la periferia. En este punto se presenta el fenómeno de la gentrificación.
De acuerdo con ONU-Habitat la gentrificación ocurre cuando un proceso de renovación y reconstrucción urbana se acompaña de un flujo de personas de clase media o alta que suele desplazar a los habitantes más pobres de las áreas de intervención.
Gloria Morales Fonseca, ejecutiva de Comunicación y Educación de Mapasin abunda en la gentrificación como un fenómeno que regularmente se da en ciudades grandes y que consiste en la expulsión de la población originaria o que durante mucho tiempo habitó ese espacio, para ser ocupado por nuevos inmuebles y personas con mayor capacidad económica que por lo regular provienen de otro país o estado.
Este fenómeno que no se da de la noche a la mañana, se presenta de forma paulatina y en el proceso se van encareciendo los servicios, precisó.
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Las rentas de hospedaje a través de plataformas digitales en espacios habitacionales también encarecen la zona en que se desarrolla la actividad, pero alrededor de estos lugares la ciudadanía local muchas veces no puede acceder a servicios y pagar como si fueran turistas.
“La gente que vive ahí no es turista, entonces les afecta que los servicios se encarecen: el agua, la luz, el gas, todo. Entonces ¿qué dice esta gente? -me voy a tener que mover- y entonces al decir que es expulsada no es como que alguien llegue y los quite, pero los estás poniendo en una circunstancia en la ciudad que está generando que la gente se tenga que mover y no precisamente voluntariamente”, refirió la especialista con maestría en arquitectura y urbanismo.
Esta circunstancia se convierte en un tema de justicia social que es apremiante hablar y atender, apuntó la integrante de Mapasin, una iniciativa ciudadana que trabaja temas de movilidad y ciudad en Sinaloa.

Fomentar el turismo responsable
Ambas expertas coincidieron en que para ordenar la actividad turística y evitar impactos negativos en la población local es necesario iniciar un diálogo con énfasis en el tema del cuidado del medio ambiente y estrategias que fomenten un turismo responsable que también respete a las personas con su sentido de identidad, pertenencia e historia, que es por lo que se visitan muchos sitios.
Roldán Clará recordó que las y los visitantes suelen hacer lo que se les enseña o permite. Esto obedece a la capacidad de comportarnos de acuerdo con el contexto en que estamos.
“Si tú vas a un lugar y ves que la gente no tira basura, pues tú no quieres ser el único grosero que tira basura”, mencionó.
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El tema sobre la mesa
Tras exponer los procesos de turistificación, gentrificación y la transversalidad de ambos temas, las entrevistadas reiteraron la necesidad de abrir un diálogo profundo en busca de soluciones con la participación de la población local, porque para que Mazatlán siga siendo un lugar digno para vivir y visitar se requiere del involucramiento de todos los sectores.
Que se proteja al medio ambiente, que se garantice el acceso a las zonas federales de playa y que las familias mazatlecas no se vean forzadas a desplazarse por el encarecimiento de servicios; son temas que deben sumarse al de la regulación de la contaminación acústica. Con esto es suficiente para iniciar el diálogo en conjunto.
Blanca Roldán consideró que la academia tiene un nicho de estudio importante en esta materia encaminado a la búsqueda de posibles soluciones. Sin embargo, se requiere el acompañamiento de los grupos empresariales y Gobierno para la toma de decisiones, sobre todo de la sociedad civil y organizaciones que comprenden la turistificación y sus efectos.
Esos son algunos de los temas que se busca abordar en el Doctorado en Gestión de Turismo cuya convocatoria se encuentra abierta en la Universidad Autónoma de Occidente Mazatlán, sede Mazatlán.


