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    Un poeta con el mar en la sangre

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    El poeta sinaloense Enrique Gonzalez Rojo formó parte de la generación literaria que dio renombre a las letras mexicanas del siglo XX.

    Enrique González Rojo fue poeta y prosista. Nació en la Villa de Sinaloa (hoy Sinaloa de Leyva) un 25 de agosto de 1899; fue hijo del poeta Enrique González Martínez y de Luisa Rojo. Desde su juventud y en compañía de su familia vivió en la Ciudad de México donde estudió, y bajo la influencia de su padre, obtiene una formación literaria excepcional.

    Se observan en su obra juvenil influencias universales de los poetas franceses  Valéry y Mallarme e incursiona con éxito en la versificación libre dando un salto a los viejos esquemas de métrica y composición poética.

    poeta
    Enrique González Rojo (1899-1939)

    En la Ciudad de México de la tercera década del siglo XX la presencia de Enrique González Rojo es inevitable y forma parte de la generación literaria de contemporáneos, donde brillan figuras como  Jorge Cuesta,  Xavier Villaurrutia, Jaime Torres Bodet, Bernardo Ortiz de Montellano, Salvador Novo y José Gorostiza. Un grupo de talentos sin grupo, un archipiélago de soledades que dieron altura y renombre a las letras mexicanas del siglo XX.

    Muerte temprana

    Al igual que otros escritores de esa época, Enrique González Rojo tiene el privilegio de contar con la amistad del diplomático sinaloense Genaro Estrada y tiene en el servicio exterior una fugaz carrera. La tragedia del poeta se hace presente cuando enfermó de leucemia y muere en la ciudad de México el 9 de mayo de 1939.

    La obra de Enrique González Rojo fue reconocida desde muy temprano; en 1928 Jorge Cuesta publica su Antología de Poesía Mexicana Moderna en donde aparece su poema Los Cuatro Mares haciendo gala de la versificación libre, se explaya el poeta de la inteligencia, una versificación que tiene melodía y emana de aquellas viejas formas métricas con las que se nutrió.

    LOS CUATRO MARES

    I.- MAR DEL AMANECER
    Alegre, tranquilo,
    acaricias la nave.
    Tan sereno
    como el monte,
    tu guardián eterno.
     
    La leve música del agua
    se confunde con el silencio.
    Claro murmullo,
    como el lento pasar de pájaros
    en vuelo.
     
    La espuma de tus ondas
    baña la luz y el fuego
    del sol, que las adorna
    con los colores del espectro.
     
    Una banda de peces voladores,
    como una procesión de puntos negros,
    te arroja su mancha de tinta…
    Al golpe repentinamente ciego
    chocas contra los flancos de la nave,
    que regocijas con tu juego.
     
    ¡Mar del amanecer, mar que eres niño,
    rosado por la aurora, movido por el viento,
    cantado por los hombres
    y acariciado por el pensamiento!..

    II.- MAR DEL MEDIODÍA.
    El sol tocó las aguas y acrecentó su canto.
    Esta ola viajera
    desparramó su música
    sobre la arena.
     
    La brisa y el calor mueven las hojas
    de la palmera.
    Los pájaros marinos callan abochornados, sus confidencias.
     
    Una familia de tortugas
    sale a tomar el fresco a la ribera.
    Y tú, delfín que asomas
    entre la espuma la cabeza,
    ¿escuchas el rumor de los mares
    o aspiras el olor de la floresta? 

    III.- MAR DE LA TARDE
    Lo que antes era fino concierto,
    hoy es una sinfonía:
    cobre de los instrumentos
    en las cuerdas de oro del día.
     
    La marcha heroica de la tarde
    los sones del mar armonizan;
    más la batuta del sol desaparece
    y la confusión se inicia
    con sonidos falsos de rocas-oboes
    y apresuramiento en las olas flautistas.
     
    Bajo el incendio de las nubes
    el desorden se precipita,
    y la vanguardia de las sombras
    calla los cantos y rompe la lira.

    IV.- MAR BAJO LA LUNA.
    Bajo la noche, de la nave
    han salido las mismas preguntas:
    -¿Acaso sabemos hacía dónde vamos?
    -¿Nos habremos equivocado de ruta?
    Hace tiempo que dejamos la tierra,
    y por el mar de la aventura
    arribaremos esta noche
    a la capital de la luna…
     

    Fuentes: 

    Jorge Cuesta: ANTOLOGÍA DE LA POESÍA MODERNA MEXICANA. Col. Lecturas Mexicanas, No. 99,  FCE, México, 1985.

    Leo Eduardo Mendoza: SINALOA LENGUA DE TIERRA, CRÓNICA, ENSAYO, NARRATIVA, POESÍA Y TEATRO (1539-1992). CONACULTA, México, 1995. DICCIONARIO DE LA CULTURA SINALOENSE. Gobierno del Estado de Sinaloa-DIFOCUR, 2002.

    También lee: El Rayo Verde y la obra poética de Amado Nervo

    Luis Antonio Martínez Peña
    Dr. Luis A. Martínez Peña

    Es doctor en Historia por la Universidad Autónoma de Zacatecas. Entre su obra publicada se encuentran: “El porfiriato en Sinaloa”; “Mazatlán, historia de su vocación comercial durante el siglo XIV”; “Inversiones extranjeras en el noroccidente de México durante el siglo XIX”; “Los vascos en el sur de Sinaloa” y Cancionero de Mazatlán, entre otros.

    Luis Antonio Martínez Peña
    Luis Antonio Martínez Peña
    Luis Antonio Martínez Peña es doctor en Historia por la Universidad Autónoma de Zacatecas. Entre su obra publicada se encuentran: «El porfiriato en Sinaloa»; «Mazatlán, historia de su vocación comercial durante el siglo XIV»; «Inversiones extranjeras en el noroccidente de México durante el siglo XIX»; «Los vascos en el sur de Sinaloa» y Cancionero de Mazatlán, entre otros.