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    ¿Por qué tiramos basura en las calles y en el mar?

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    Hace poco tiempo una persona preguntaba ¿por qué las personas tiran basura de manera irresponsable a las calles? Cada que salgo y la veo  por todos lados me lo pregunto constantemente.

    En retrospectiva les confieso que no siempre he sido consiente del daño que puedo causar al medio ambiente con mis acciones, quizás sea algo que se adquiera con la edad… o quizás no. Tenemos el ejemplo de infinidad de ambientalistas de distintas edades como Greta Tumberg por ejemplo, que a su corta edad ha hecho frente a funcionarios de los países más poderosos del mundo así como a grandes empresas con un impacto positivo en muchas personas.

    Así que la edad esta desechada, ¿será que depende de la educación o de la situación económica? Los grandes, medianos y hasta los pequeños empresarios regularmente cuentan con estudios, incluso universitarios y tanto personas con una situación económica acomodada como precaria pueden generar el mismo volumen de residuos sólidos domésticos que van de 1 a 1.2 kilogramos por día.

    Si nos ponemos a pensar que esos residuos que generamos día a día provienen de un recurso que al fabricarlo dejó una huella ecológica, es impensable que no podamos comprender que debemos parar.

    Pero volvamos a la idea principal, ¿por qué?, ¿en dónde fue que nos perdimos tanto?

    ¿En dónde se tiraba la basura antes?

    Me remonté a aquella época en la que no disponíamos de productos manufacturados, no porque nuestros antecesores fueran muy responsables de sus residuos.

    Recordemos aquel grito de “¡agua va!”  o “¡aguas!” tan común en la edad media cuando desde una ventana se lanzaban los orines y excrementos de las personas a la calle, estos se mezclaban con la de animales domésticos y su basura era desechada a las afueras de las ciudades (¡ups!, todo parecido con la actualidad es mera coincidencia).

    No es muy difícil imaginar que las enfermedades y su propagación estaban a la orden del día, después de todo la esperanza de vida era de 44 años en hombres y 33 años en mujeres. También por esa época surgieron epidemias letales que acabaron con una gran cantidad de personas en el mundo, tales como la peste negra o el cólera entre otras. Gracias al descubrimiento de medicamentos, antibióticos como la penicilina y a las vacunas, es que se logró aumentar la esperanza de vida de 45 a 65 años en el siglo XX, un gran logro para la medicina.

    La vida moderna

    ¡Ohh! Los siglos XIX y XX han sido maravillosos realmente, plagados de descubrimientos científicos e inventos tecnológicos, todos enfocados a hacernos la vida más fácil y cómoda.

    ¿Que se tiene que explotar recursos mediante medios no muy éticos? Hecho,

    ¿Que se producen en serie y una gran parte de ellos no se consumen y son desperdiciados? No es relevante, la ganancia ya está asegurada.

    ¿Que esta vida moderna y cómoda afecta nuestro entorno y al resto de las especies? ¡No importa! El hoy es el que hay que vivir, el mañana no existe, total, de todos modos nos vamos a morir dijeran por ahí.

    Durante todo este tiempo de grandes avances  no hemos aprendido nada de nada.  Nuestros hábitos de consumo, limpieza y desecho responsable de los residuos que generamos continúan siendo casi los mismos que en la edad media. Ahora no la lanzamos por la ventana gritando “agua va”, ahora hacemos algo peor, la lanzamos al mar, a los ríos, a los bosques, no sólo nos afectamos a nosotros mismos, ahora afectamos al resto de los seres vivos de la tierra de manera egoísta y catastrófica.

    Contra reloj

    El tiempo se acaba. La buena noticia es que aún podemos hacer mucho por nosotros mismos y por el planeta. Probablemente en esta etapa de la lectura estes pensado que debes separar más, reciclar más y reusar más. Eso está muy bien, pero no es suficiente, por ejemplo, en toda la historia del plástico solamente se ha reciclado el 9% del total de la producción a nivel mundial ¡imagínate! El resto está por ahí, convirtiéndose en micro plásticos, alimentando a peces que después nosotros mismos vamos a consumir.

    Para dejar de contaminar y revertir un poco el gran daño a nuestros ecosistemas se necesita dejar de producir.

    basura
    Como en la edad media, nuestros desechos siguen quedando en las calles, en los ríos o en el mar.
    Foto: Son Playas

    ¿Y qué papel podemos o debemos desempeñar nosotros?

    Sabemos que los fabricantes de artículos innecesarios no quieren ni van a parar y que aún falta mucho para que nuestros legisladores se ajusten a una realidad a la que hasta ahora no quieren reconocer, sin embargo, como consumidores tenemos el poder de decidir qué comprar; ¿será un poco difícil al inicio? sí, definitivamente, pues somos adictos del consumismo. Este proceso  seguramente se podría equiparar al sufrimiento por el que pasamos cuando queremos bajar esos kilos de más y que se nos notan al abrocharnos el pantalón. El periodo de adaptación es arduo pero cuando logramos que se nos vea la cintura, ¿no brincas de felicidad y piensas que valió la pena?

    Cuando empiezas a cambiar tus hábitos de consumo, cuando manejas tu basura responsablemente, cuando participas en  jornadas de limpieza y pones en práctica tus ideas para mejorar tu entorno sucede algo maravilloso… TE CONECTAS, ¡¡si!! de verdad que te conectas a la naturaleza y al resto de los seres vivos.

    Es entonces cuando logras visualizar que tus acciones pueden hacer la diferencia para bien o para mal. Dejemos de comportarnos como ciudadanos de la edad media y evolucionemos hacia un desarrollo sostenible, aún estamos a tiempo.

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