En “Apuntes para un libro que no escribiré nunca” el poeta Amado Nervo consigna una de las más bellas tradiciones mazatlecas, generadas por un rarísimo fenómeno óptico que se presenta al atardecer en la atmósfera del amplio horizonte marino de Mazatlán: la del Rayo Verde.
Amado Nervo tuvo una estancia de dos años en Mazatlán (1892-1894) trabajando como periodista y redactor de crónicas en El Correo de la Tarde. Uno de sus placeres enormes como ser humano y poeta fue la contemplación extática del paisaje marino mazatleco.


En Mazatlán Se asegura que en los atardeceres del verano, cuando en el ocaso, el reflejo de los rayos del Sol cayendo en poniente pintan a la mar de dorado u amarillo y al momento en que termina de ocultarse el Sol, se despliega fugaz un rayo de color verde en la línea del horizonte, se dice que quien lo vea gozará de una vida venturosa.
Así muchos mazatlecos y visitantes hemos contemplado el atardecer, en espera de que se presente Rayo Verde y venga cargado de buena ventura; y esta esperanza se transmite generacionalmente y se invita a los visitantes a la contemplación del atardecer en Olas Altas o desde la Playa Norte como escenarios perfectos para reposar de los trajines del diario vivir y echar a volar la imaginación alimentando la inspiración poética y romanticismo en espera de un prodigio natural.

Sobre el Rayo Verde, Amado Nervo escribió:
“Yo he visto el rayo verde que trae ventura. Lo vimos en una playa mazatleca mi hermano y yo, una tarde de julio”.
El paisaje marino ejerció en Nervo una poderosa y mágica influencia, pues muchos de sus poemas están impregnados de imagen y sabor marino. El rumor de la mar, a veces triste como lamento, o feroz bramido de tempestad que abruma nuestra existencia, o suave y feliz vaivén de olas que vienen dóciles a la orilla: el mar como llanura, el mar de colores, cerúleo en su intensidad y ambarino al atardecer por los reflejos del sol en agonía o bañado en lujosos reflejos de plata en las noches de luna.

Es obvio que cuando Amado Nervo escribe poesía y se refiere al mar, la suya sea esa referencia al mar primordial e inmenso de Mazatlán.
Estamos en julio y al atardecer hay que ir al malecón y al observar el horizonte a la hora crepuscular; quizás tengamos la ventura de contemplar el Rayo Verde de Mazatlán como Nervo y su hermano Luis lo contemplaron en julio de 1893; o simplemente tengamos un momento de relax y sensación de bienestar en el alma, necesarios para dormir en paz.

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Sobre el autor:

Luis Antonio Martínez Peña es doctor en Historia por la Universidad Autónoma de Zacatecas. Entre su obra publicada se encuentran: “El porfiriato en Sinaloa”; “Mazatlán, historia de su vocación comercial durante el siglo XIV”; “Inversiones extranjeras en el noroccidente de México durante el siglo XIX”; “Los vascos en el sur de Sinaloa” y Cancionero de Mazatlán, entre otros.