La Meseta de Cacaxtla, su riqueza natural y cultural, son plasmadas en las letras del trovador Nacho Astorga.
“Ya me despido cantando, San Ignacio y Mazatlán, su Meseta de Cacaxtla, hay que saberla cuidar”; así termina el corrido que el trovador Ignacio Astorga Salazar compuso para la reserva natural más grande de Sinaloa.
No fue a la escuela, pero ha gastado varias libretas en composiciones de su puño y letra para el jaguar, el sitio arqueológico de Las Labradas, el Cristo de la Mesa y para su tierra natal, San Ignacio.
El sol, el campo, el mar, las aves, los venados, la tierra y el maíz están representados en las letras de “Nacho” Astorga. En general, tiene canciones para todo lo que le inspira o le parece importante.

Historias de vida
Las palabras brotan de su boca con datos, referencias y detalles, pues también le gusta leer, hurgar en libros y archivos para armar sus propias crónicas.
Su vida ha sido intensa y multifacética como las letras de sus libretas.
Según comenta, años atrás vendió pitahayas, trabajó como carpintero, artesano de bules, tallador y velador; además cantó con el mariachi Los Juanecas (conocido así porque todos sus integrantes se llamaban Juan).
Por un tiempo elaboró cuerdas para guitarras y redes para voleibol. También fue conserje de una escuela primaria y maestro de vocalización; incluso, del 2017 al 2018, fue regidor.
«De músico, poeta y loco, todos tenemos un poco», comenta entre risas.

El encuentro con la Meseta de Cacaxtla
Nacho Astorga, como se le conoce en San Ignacio, Sinaloa, también se ganó la vida como repartidor y exportador de semillas que primero debía recoger y pesar en las comunidades asentadas en la meseta, según relata. Ahí fue cuando descubrió que aún se jugaba el ulama, que había jaguares, venados cola blanca y otros animales.
En las pequeñas parcelas del lugar se cultivaba ajonjolí, milo, maíz y frijol, los cuales se trasladaban en los furgones del ferrocarril junto con la producción de los municipios cercanos del sur del estado.
De eso hace unos 40 años, mucho antes de que la meseta se declarara Área Protegida de Flora y Fauna, señala.
Esa experiencia y el conocimiento que acumuló con el paso de los años lo motivaron a redactar unas líneas en honor de la «tierra en flor» que inician así:
Mazatlán y San Ignacio,
cuidan de la flora y fauna;
son muchas miles de hectáreas
su Meseta de Cacaxtla.
La conservan y vigilan
y valoran lo que es suyo
porque es su patrimonio
con mucho amor y orgullo.
Desde Mármol hasta Dimas
sus selvas caducifolias
en monte mojino espeso
su manglar se desarrolla.
La herencia
Con una esposa, once hijos y 36 nietos, Nacho Astorga no pierde la esperanza de escribir un libro y de que la reserva natural se siga conservando para el disfrute de las generaciones que le siguen.
«Estamos donde nos mantiene la tierra a las diferentes especies, tanto personas como animales», concluye.

Para saber:
- La Meseta de Cacaxtla fue decretada Área Natural Protegida el 27 de septiembre del 2000 en la categoría de manejo de Área de Protección de Flora y Fauna, con una superficie total es de 50 mil 862.31 hectáreas que se ubican en los municipios de San Ignacio y Mazatlán.
- Nacho Astorga participó en la Novena Feria del Maíz Criollo del Sur de Sinaloa que se realizó en el marco del 19 Aniversario del Área Protegida de Flora y Fauna Meseta de Cacaxtla el 26 de noviembre de 2019 en la explanada de la plazuela República, en Mazatlán, coordinada por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp). También colaboró con sus letras durante la Semana Nacional por la Conservación, que organizó la dependencia ese mismo año.
Galería

San Ignacio. Al fondo, la Meseta de Cacaxtla. Le canta al jaguar y a la naturaleza.
Te puede interesar:
Comunidades rurales cuidan la Meseta de Cacaxtla