Urge construir una nueva democracia ambiental y formar a los ecociudadanos del presente y del futuro, que pongan resistencia a la degradación del planeta y sus ecosistemas, comentó la investigadora Lucie Sauvé, de la Universidad de Quebec.
Experta en pedagogía, la canadiense habló ante cientos de estudiantes que se dieron cita a la clausura del noveno Congreso Internacional de Educación Ambiental para la Sustentabilidad, que se desarrolló en Mazatlán del 12 al 15 de noviembre y concluyó con la realización de un taller para la hotelería sostenible y la visita al corredor biológico del jaguar en el municipio de San Ignacio, al sur de Sinaloa.
Lucie Sauvé transmitió un importante mensaje dirigido a todos los maestros, académicos y activistas que escucharon con gran interés su conferencia “Educación, medio ambiente y ciudadanía ecológica: un reto de transversalidad para la sociedad educativa”.
Educación ambiental a contracorriente
La educación global “solo puede ser ecológica” y a contra vía de la cultura escolar convencional, afirmó Sauvé.
“La educación ambiental es una obra colectiva permanente, aun a contracorriente, pero cada vez reforzada y alimentada por las iniciativas de sus artesanos, para los cuales el aprendizaje es un acto ontogénico y político en el corazón de la refundación de nuestro mundo”, expresó durante este evento, que llegó a su fin con exitosos resultados.
Para Lucie Sauvé, quien es reconocida por sus aportaciones a la pedagogía ambientalista, un educador ambiental se rebela contra la educación formal, que se fundamenta en la idea de que la educación debe ser neutral, y no política.
Al contrario, la autora de múltiples artículos sobre la ecología y la enseñanza, comentó que la educación ambiental conlleva una posición política, y en especial un marcado activismo que combate el inmovilismo social.
«Una ciudadanía ecológica inscribe nuestra humanidad en la trama global de la vida, y llama a una democracia ecológica, que reconoce la Naturaleza como sujeto», añadió.
Jóvenes, la esperanza del mundo
La académica canadiense destacó que la esperanza del mundo son los jóvenes y las comunidades, pues son quienes encabezan las iniciativas globales y locales para señalar vías alternas de convivencia de la humanidad, tanto entre los propios seres humanos como con la naturaleza.
Entre las muchas enseñanzas que dejó a los presentes, mencionó que el compromiso es un factor clave, un asunto de coherencia y un acto identitario. Por ello, instó a los educadores a formar ecociudadanos capaces de aprender juntos, capaces de plantear preguntas y exigir respuestas adecuadas.
“…vigilantes, deseosos y capaces de juzgar eficazmente el papel de lanzadores de alertas”, finalizó.
Te puede interesar:
Comunidades rurales cuidan la Meseta de Cacaxtla