El impulsor de la primera Ley Forestal de México también promovió campañas de reforestación en este puerto, de las cuales aún quedan vestigios.
El año de 2018 tuve una interesante comunicación con el profesor Ángel de la Rosa, un amigo al que me une la pasión por el atletismo, y ahora está encargado de organizar la biblioteca y archivos del Tecnológico de El Salto, hermosa población serrana en el vecino estado de Durango; sabedor de mis trabajos y opiniones sobre historia de Mazatlán tuvo la amabilidad de tomar foto y enviar por internet un ejemplar de la revista “México Forestal” órgano de la Sociedad Forestal Mexicana correspondiente a los meses de abril y mayo de 1934.
En ese número de la revista aparece una interesante ponencia que presentó el Ing. Miguel Ángel de Quevedo y Zubieta, el llamado “Apóstol del Árbol” personaje de agradable memoria en la historia de la Ciudad de México, que aun disfruta de sus viveros de Coyoacán. Lo relevante de la ponencia es que se presentó en la Décima Convención de Ingenieros de México celebrada en la ciudad y puerto de Mazatlán del 26 al 31 de marzo de 1934.

El ing. Miguel Ángel de Quevedo había fundado en 1923 la Sociedad Forestal Mexicana y pronto tuvo entusiastas respuestas por todo el país, pero especialmente en Mazatlán donde el Ing. Jesús González Ortega se dio a la tarea de establecer la Sociedad Local formando una mesa directiva con la presidencia del Sr. Guillermo Haas, la vice presidencia en manos de González Ortega, la secretaría fue ocupada por Don Ramón Ceballos y la Tesorería por Don Ernesto Lorda. La Sociedad Forestal de Mazatlán contó con el apoyo del gobernador del Estado profesor Manuel Páez y también de las autoridades militares encabezadas por el General Antonio Ríos Zertuche y el presidente municipal de Mazatlán Don Teodoro Lemen Meyer.
Con ese respaldo los integrantes de la sociedad Forestal emprendieron actividades en la creación de viveros en el parque Ángel Flores y panteones municipales y llevaron a cabo la reforestación en el cerro del Vigía, dotando al Paseo del Centenario y al mirador del vigía de arboledas de las que todavía hoy podemos encontrar ejemplares. También cuando se habla de la colonia y playa de los Pinos nos vamos a referir a los pinos marinos o casuarinas que aún se encuentran plantados y añosos en el camellón y banqueta de ese bonito espacio mazatleco.


Propuesta del apóstol del árbol: reforestar cerros
Volviendo al asunto de la Convención, el Ing. Miguel Ángel de Quevedo leyó su ponencia titulada “La protección forestal del puerto de Mazatlán y la conveniencia de ejecutar ese mismo tipo de obras en los puertos del territorio”. En la presentación habla de los cerros carentes de vegetación que circundan la ciudad. Cerros erosionados y con vegetación rala y espinosa que en la temporada de lluvias los torrentes que bajan sin obstáculo acarrean grandes cantidades de tierra y piedra sobre las calles de la ciudad; que esos torrentes de agua de lluvias iban a parar a las zonas bajas creando charcos y lagunas propicias para el paludismo endémico en la zona.
Sugiere que en 1928 las autoridades municipales le habían pedido un proyecto de atarjeas y canales para bombear y sacar los excedentes de agua, a lo que el hizo una propuesta económica y de mayor beneficio: Señala que la solución al problema es la reforestación de los cerros; crear bosques en las cumbres y faldas para frenar la erosión.
El siguiente paso, según Quevedo, sería hacerlo extensivo a las planicies y contornos de lagunas y esteros para que los árboles cumplieran con su función de absorber excesos de agua y desecar de manera natural los pantanos creando ambientes frescos y agradables que ayudarían a reducir los excesos de calor ambiental y a higienizar el aire evitando las miasmas o putrefacciones insalubres que afectaban a la ciudad. Puso de ejemplo trabajos realizados en Laguna de Cocos en el Puerto de Veracruz y la desecación del pantano de Nativitas en Xochimilco.

Estero El Infiernillo
Lo más relevante es que plantea que el Estero del Infiernillo de Mazatlán fuera convertido en un parque paisajista con flora tropical, conservando sus manglares y en los contornos crear barreras de casuarinas y otros grandes árboles, creando espacios con fines recreativos y turísticos.
Propone, para ese fin, que las autoridades militares lleven a cabo labores de reforestación en la parte sur y oeste dela Loma Atravesada sitio donde aún se encuentran las instalaciones de la región militar. Así el Estero del Infiernillo reforestado y protegido legalmente podría convertirse desde su perspectiva en “un Nuevo Chapultepec de flora tropical” que amortigüara la creciente de mareas y las avenidas torrenciales del arroyo de los Jabalines.
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Muy buena la ponencia la del «Apóstol del árbol» y muy interesante saber que hubo obras encaminadas a ese fin, pero que al paso de los años el crecimiento urbano desordenado de nuestra ciudad y las autoridades permisibles a la invasión de los terrenos del estero del Infiernillo para la creación de colonias populares nos privó de lo que hoy pudiéramos estar presumiendo como un verdadero parque, “un Chapultepec de flora tropical.”
Así nuestra historia.
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Es doctor en Historia por la Universidad Autónoma de Zacatecas. Entre su obra publicada se encuentran: “El porfiriato en Sinaloa”; “Mazatlán, historia de su vocación comercial durante el siglo XIV”; “Inversiones extranjeras en el noroccidente de México durante el siglo XIX”; “Los vascos en el sur de Sinaloa” y Cancionero de Mazatlán, entre otros