Los centros ceremoniales como El Calón jugaron un papel importante en la explotación de los recursos del estero en la época prehispánica.
En una colaboración anterior (La pesca en el sur de Sinaloa; una historia de larga duración), destacamos la importancia de la pesca en la economía y la identidad de los habitantes del sur de Sinaloa en la época prehispánica. Hoy ampliaremos sobre las evidencias, aunque indirectas, que consideramos más contundentes acerca del papel principal que jugó la explotación de los recursos estuarinos: los centros ceremoniales en el corazón de las marismas de Escuinapa.
¿Cuántos sitios arqueológicos hay?
Las marismas de Escuinapa, son una de las zonas más investigadas arqueológicamente de todo el estado de Sinaloa. Se han registrado 173 sitios arqueológicos prehispánicos. De estos, 41 corresponden a concheros de almeja, 56 a concheros de ostión, en 49 se observaron montículos habitacionales (en ocasiones con concheros asociados); 7 sitios cuentan con estructuras arquitectónicas construidas con concha de molusco, 4 salineras y 3 sitios rituales. Aquí nos centraremos en los cinco que hemos interpretado como centros ceremoniales: Juana Gómez, El Calón, Isla del Macho, El Macho y Panzacola.

Juana Gómez
Juana Gómez destaca no solo por su mayor tamaño relativo (ocupa alrededor de seis hectáreas) sino también por la complejidad que manifiesta el ordenamiento de sus nueve montículos (FIGURA), estos fueron construidos principalmente con tierra y solo un poco de piedra en la fachada; y se distribuían en dos grupos, uno de siete montículos en el suroeste agrupados alrededor de una plaza, con el montículo principal de más de cinco metros de altura. El otro conjunto al sureste y sólo contaba con dos montículos. Juana Gómez fue habitado entre 250 y 800 d.C., aunque al parecer los montículos fueron construidos en el periodo que va del 500 al 700 d.C.

El Calón
El Calón es un cono truncado que se levanta 20.70 metros por encima del terreno pantanoso de la marisma. Está formado por un solo cuerpo ininterrumpido que termina en su cima formando una superficie cuadrilátera de 12 x 11 metros, la cual está más o menos nivelada; en su base mide 85 metros de este a oeste y 88 metros de norte a sur, y con una altura de casi 21 metros, lo convierte en un auténtico edificio de carácter monumental en medio de la marisma; el cual fue construido en su totalidad con conchas de molusco, la mayoría de la especie Anadara grandis o pata de mula.
Fueron necesarios casi 280 millones de ejemplares de moluscos de concha para su construcción (275,746,791.5, para ser exactos), la cual fue planificada y corresponde a un solo momento, que, reitero, ocurrió entre el 500 y el 750 d.C.


Durante años se consideró que El Calón era único en su especie; es decir, la única estructura monumental de concha, no solo de Sinaloa, sino de todo México. Sin embargo, también hay edificios construidos con concha en la costa chiapaneca y tabasqueña.
En las propias inmediaciones de El Calón hay otras estructuras de concha, incluyendo dos que también pudieron funcionar como espacios sagrados: El Macho e Isla del Macho. De hecho, es probable que ambos sitios hayan tomado el lugar de El Calón como las sedes de las ceremonias propiciatorias, pues se estima que éste dejó de usarse después del 800 d.C., mientras que El Macho e Isla del Macho son posteriores a 900 d.C.

Isla de El Macho
A poco más de un kilómetro al sureste del Calón está la isla de El Macho. Es una zona relativamente elevada por lo que permanece seca durante la marea baja aunque se inunda en la temporada de lluvias. Es de difícil acceso y apenas es visitada por los pescadores en la parte más productiva de la zafra camaronera (octubre-noviembre).
Tiene alrededor de 2 hectáreas de extensión y sobre ella se localizan dos conjuntos bien definidos de estructuras arquitectónicas, las cuales fueron construidas con conchas de molusco, en particular de pata de mula (Anadara grandis). La estructura del lado sur tenía forma de «U» o herradura, sin embargo, ya perdió una de sus partes debido al saqueo de concha La parte abierta de la herradura está hacia el oeste y mide 45 metros por lado.
Las plataformas que le dan forma tienen un ancho de 8 metros en promedio y una altura de entre 1 y 2 metros. La estructura del lado norte es una plataforma alargada de más de 70 metros de largo y poco más de 25 m de ancho, sobre la que se asientan seis estructuras, cuatro de las cuales están alrededor de una especie de patio hundido, aunque, por sus características, la interpretamos como una cancha para el juego de pelota. Hacia el norte se ubican dos pequeños montículos.

Unos 500 metros hacia el noroeste del sitio anterior está otra estructura arquitectónica en medio de la marisma (Sitio MSS-96 El Macho 2). Es una plataforma de poco más de 40 metros de larga en dirección norte sur, por 18 metros de ancho y una altura de casi 5 metros. Fue construida enteramente con conchas de molusco, en su mayoría pata de mula, algunas todavía cerradas, pero se observan también algunos ostiones.
Panzacola
Panzacola por su parte es un sitio salinero; sin embargo, a diferencia de las otras tres salineras prehispánicas reconocidas y a los más de 50 ranchos salineros modernos que hemos visitado, los siete montículos que lo conforman, construidos con tierra sacada del propio pantano, reflejan una evidente planeación. Al norte hay dos estructuras alargadas en dirección noroeste-sureste que corren paralelas, aunque separadas por casi 40 metros, al sur de las cuales se encuentran dos pequeños montículos, con otras dos estructuras alargadas, pero en dirección este-oeste, con un pequeño montículo como remate de la más sureña. Así, es probable que, a la par de salinera, era también un centro ceremonial. Panzacola fue construido en los últimos 600 años de ocupación prehispánica.


Explotación de recursos del estero
Hemos podido establecer que la ocupación de la zona de marismas de Escuinapa inicia hacia el 250 d.C., pero la explotación intensiva de los recursos del estero se por primera vez se da entre el 500 y el 750 d.C., con un notorio decremento entre 750 y 900 d.C., para volver a cobrar intensidad entre el 900 d.C. y la llegada de los españoles. Es decir, la intensificación productiva y la construcción de edificios de culto se da más o menos a la par, lo que nos indica que ya un grupo estaba por encima de los demás; y este pequeño grupo es el que debió alentar la producción de excedentes.
El poder, en sentido lato no es más que “la capacidad de imponer a otros la propia voluntad”. El poder político, de acuerdo con Max Weber (1977: 45), es: ”la posibilidad de que una persona, o varias, realicen su propia voluntad en una acción en común, aun contra la oposición de otros participantes en la acción”. Para lograr esto no necesariamente se hace uso de la fuerza, sino que la mayoría de las veces son suficientes, la amenaza, la manipulación, la influencia y, por supuesto, la autoridad. De hecho, al ejercer la fuerza física, más que demostrar que se tiene poder sobre otra u otras personas, lo que se muestra es que hay escasez o incluso una carencia de poder sobre ellos.
Entonces, si la fuerza a la larga menoscaba el poder ¿cómo se obligaba a los pescadores, salineros y recolectores de moluscos de las marismas de Escuinapa a producir excedentes? Para que el control sea efectivo a largo plazo, es necesario hacer uso de los mecanismos ideológicos. La ideología es “el conjunto de ideas, creencias, conceptos y demás”, que se presentan como comunes a toda la sociedad, pero que en realidad son las del grupo gobernante para legitimar su dominio sobre el resto de la sociedad. La ideología se materializa arqueológicamente a través, monumentos, objetos simbólicos e iconografía; y estos a su vez son los indicadores de ceremonias públicas.

Las características intrínsecas de estos sitios nos indican que funcionaron como centros ceremoniales, lo que viene a confirmar su ubicación en medio de la línea imaginaria entre el cerro del Muerto y el cerro de las Cabras, los dos cerros más importantes en el imaginario simbólico de los habitantes del sur de Sinaloa, todavía en la actualidad, y además se tomó como referencia la salida y puesta del sol en los solsticios y equinoccios en relación a éstos y otros cerros.
Así, la manipulación ideológica jugó un papel importante en la explotación de los recursos del estero en la época prehispánica, a través sobre todo de la celebración de fiestas colectivas periódicamente.
Estas imágenes, de la autoría del artista Jaguar Ulises, nos muestran el paisaje de las marismas que rodean a El Calón y parte del trayecto hasta llegar a la cima de esta estructura monumental.






Luis Alfonso Grave Tirado es arqueólogo por la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), maestro y doctor en Estudios Mesoamericanos por la UNAM. Investigador del INAH Sinaloa en el Museo Arqueológico de Mazatlán. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Desde 1998 realiza trabajos de investigación arqueológica en el sur de Sinaloa donde ha dirigido más de 15 proyectos de investigación. En la actualidad coordina el Proyecto Arqueológico Sur de Sinaloa.
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