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    10 cosas que debes saber sobre los megaproyectos en la Bahía de Ohuira

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    • La Bahía de Ohuira, en Topolobampo, enfrenta una pugna entre megaproyectos de gas y fertilizantes y la defensa de comunidades Mayo-Yoreme que denuncian riesgos ambientales, culturales y sociales.
    • Entre promesas de inversiones millonarias y la resistencia indígena, la Bahía de Ohuira se ha convertido en un campo de batalla entre dos visiones del mundo: una de respeto y equilibrio con la naturaleza, y otra que ve al territorio como un recurso a explotar. 

    Topolobampo, Sinaloa.- La Bahía de Ohuira, en Ahome, se ha convertido en el epicentro de una disputa sobre el modelo de desarrollo mexicano, la transición energética y la defensa de los territorios indígenas. 

    Megaproyectos como la planta de amoníaco de Gas y Petroquímica de Occidente (GPO) y el plan de instalación de una planta de gas metano licuado (Vista Pacífico LNG) han encendido la resistencia de las comunidades Mayo-Yoreme, así como el interés de científicos, ciudadanos y ambientalistas interesados en proteger la riqueza ambiental de está región.

    A continuación, un recuento de 10 claves para entender el conflicto en la Bahía de Ohuira:

    1. Denominan a Topolobampo como Polo de Desarrollo

    En mayo de 2025, el Gobierno federal nombró a Topolobampo como Polo de Desarrollo para el Bienestar (PODEBI), una figura que busca detonar inversiones industriales, logísticas y energéticas en la zona norte de Sinaloa. Con ello, la bahía se coloca en el mapa nacional como un nodo estratégico en la transición energética y en la reconfiguración del comercio global.

    Sin embargo, el sello de “bienestar” contrasta con los conflictos socioambientales que arrastra la región. Para las comunidades indígenas, el concepto de desarrollo impuesto desde arriba ignora su propia visión de progreso, que pasa por la defensa del agua, los manglares y la pesca como sustento de vida.

    El Gobierno federal define a los Polos de Desarrollo como «áreas geográficas delimitadas que cuentan con las condiciones para atraer inversión y potenciar capacidades productivas, a efecto de detonar el desarrollo económico y social» de las diferentes regiones del país. Este programa forma parte del Plan México.


    Ohuira
    Foto: cortesía.

    2. Se plantean siete megaproyectos en la zona

    En la última década se han acumulado siete grandes proyectos energéticos e industriales alrededor de Topolobampo y Ohuira: plantas de amoníaco, metanol, gas natural licuado, hidrógeno y un gasoducto. Todos prometen generar empleos y detonar cadenas productivas en la región.

    Pero también concentran riesgos de contaminación, presión sobre recursos hídricos y desplazamiento de comunidades. Tal número de proyectos petroquímicos explica por qué la bahía se ha convertido en un laboratorio de los choques entre desarrollo económico y derechos humanos.


    3. La riqueza natural que está en riesgo

    La Bahía de Ohuira forma parte de un sistema de humedales reconocido internacionalmente por la Convención Ramsar. Es hábitat de aves migratorias, zona de crianza de camarón y sitio de alimentación de ballenas y delfines, lo que la convierte en un ecosistema único en el Pacífico mexicano. Además de la puerta de entrada al Golfo de California, reconocido como el acuario del mundo por su gran riqueza ambiental.

    La instalación de megaproyectos industriales amenaza con alterar ese equilibrio. Científicos han advertido que los impactos acumulativos podrían traducirse en pérdida de biodiversidad, afectaciones a la pesca ribereña y mayor vulnerabilidad frente al cambio climático.

    Checa: El pulpo chaparro de la bahía de Ohuira


    4. El gasoducto que da inicio a todo

    El Gasoducto del Noroeste, promovido en la administración de Mario López Valdez por el hijo del ex gobernador Francisco Labastida, Francisco Labastida Gómez de la Torre, fue la primera pieza del engranaje. 

    Con este se abrió la puerta para que el gas natural llegara a Topolobampo y se proyectaran industrias de gran escala. Lo que en su momento se presentó como un detonante de competitividad, hoy es visto como la base energética de los megaproyectos. 

    Sin su existencia, plantas como la de amoníaco, de metanol o de licuefacción de gas no serían factibles.


    5. Los peligros de GPO

    El proyecto más antiguo y controvertido es la planta de amoníaco de Gas y Petroquímica de Occidente (GPO), la cual busca producir 2 mil 200 toneladas de amoniaco al día. 

    Desde su anuncio hace más de una década, el proyecto ha estado ligado al ex gobernador y ex secretario de energía, Francisco Labastida Ochoa, del cual se ha dicho tiene intereses personales en el mismo. Pero ante las acusaciones, el político ahomense ha señalado que solo fue asesor y consultor. 

    Al día de hoy, la construcción de la planta avanza a marchas forzadas, luego de años de enfrentar litigios, suspensiones judiciales y oposición indígena. Activistas del Movimiento ¡Aquí No! acusan a la empresa de la compra irregular de terrenos y de la invasión y tala de manglar de la Zona Federal Marítimo Terrestre (Zofemat). 

    Una fuga en el ducto de amoniaco o en la planta, podría generar daños mortales en un radio de hasta 45 kilómetros. 

    También lee: Por qué no a la planta de amoniaco en Ohuira: ecocidio y etnocidio


    6. Mexinol avanza sin consulta indígena

    A la par de GPO, se encuentra el proyecto Mexinol, que busca producir 6 mil 130 metros cúbicos de metanol por día en la bahía. Su avance ha sido cuestionado porque, hasta ahora, no ha cumplido con el proceso de consulta indígena a pesar de que las autoridades han condicionado el proyecto a que está se lleve a cabo. 

    Ohuira
    Foto: cortesía.

    7. ¿Ballenas o Gas?

    La campaña “Ballenas o Gas”, de Conexiones Climáticas, busca visibilizar el choque entre la conservación de la biodiversidad y el avance de la industria fósil no solo en Ohuira, sino en todo el Golfo de California.

    A través de está frase, se advierte sobre toda una política de construcción de gasoductos de gas metano extraído por fracking desde Texas para exportarlo a los mercados internacionales mediante plantas de licuefacción planeadas en Puerto Libertad, Guaymas y el puerto de Topolobampo. 

    ¿Ballenas o Gas? también muestra como el Polo de Desarrollo en Topolobampo es tan solo un engranaje de toda una política energética que condiciona al país a consumir gas metano estadounidense para sostener sus necesidades energéticas. Esto, a costa de la salud y los medios de vida de comunidades locales. 


    8. Piden Evaluación Ambiental Estratégica 

    Recientemente, colectivos ambientalistas y de derechos humanos, como el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA) y Proyecto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (ProDESC) solicitaron al gobierno federal detener los proyectos de gas metano licuado en el Golfo de California y sus zonas terrestres asociadas, advirtiendo que se trata de una amenaza grave para los ecosistemas, el clima y las comunidades de la región.

    También solicitaron revocar las autorizaciones ya emitidas y que los impactos ambientales expuestos en las Manifestaciones de Impacto Ambiental (MIA) de cada proyecto, sean analizados en su conjunto en una Evaluación Ambiental Estratégica (EAE). 

    Ohuira
    Foto: cortesía.

    9. Activistas voltean a Ohuira

    Recientemente, activistas de los colectivos GeoComunes, Conexiones Climáticas y la Fundación Rosa Luxemburgo visitaron el puerto y las comunidades Mayo-Yoreme con el fin de llevar información referente a los megaproyectos e impulsar su lucha en contra de los mismos. 

    Meses atrás, en noviembre del 2024, una misión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) también visitó la región y escuchó a sus habitantes con el fin de crear un informe y resolución.


    10. Para los Mayo-Yoreme eso no es desarrollo

    Luego de la designación del puerto como Polo de Desarrollo, líderes de comunidades como Paredones, Ohuira y Lázaro Cárdenas han señalado que para ellos los megaproyectos no representan desarrollo. 

    En lugar de eso, les gustaría que los políticos tomaran en cuenta el derecho a decidir sobre su territorio y formas de vida, priorizando un bienestar comunitario basado en los saberes, ecosistemas y economía regional de las comunidades.

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