La pérdida de la biodiversidad del estero El Infiernillo, en Mazatlán, tiene impactos en la pesca; las descargas de aguas negras son señaladas como uno de los principales contaminantes.
En el estero El Infiernillo abundaban los peces y crustáceos; en sus poblados manglares se observaban aves migratorias y la luz atravesaba sus aguas. En donde hoy hay drenaje y basura, antes había vida.
Javier Acosta Martínez recuerda que cuando era niño le tocó ver delfines y lobos marinos acercándose a la boca del estero. En su memoria también están los caballitos de mar y las algas marinas.
Dice que para pescar había jaibas, pargos, meros, huchinangos, curvinas y mucho camarón; en una palabra, había de todo y lo sabe porque su padre fue buzo y su vida siempre ha estado ligada a la marisma.
Ahora que tiene 55 años, Javier y otros pescadores de la zona hablan de un estero diferente al que conocemos en la actualidad, devorado por la mancha urbana, alimentado por descargas y desechos de todo tipo, reducido casi a nada.
“Todo esto estaba lleno de mangle, había muchas aves, estaba semi virgen, todo era marisma; hasta aquellos cerros que se ven entraba el mar», dice Marcial Jara Terríquez, quien dejó la pesca por la albañilería.
-¿Y en qué momento se empezó a contaminar?
“Usted sabe que con la mancha urbana la gente empieza a modificar el ambiente y pues en primer lugar tienen que hacer del baño, necesita de los servicios y se empieza a contaminar el ambiente, se empieza a contaminar todo”, afirma.
Fuente de alimento
Décadas atrás, podría faltar el dinero pero no la comida en la mesa de muchas familias de Mazatlán; con aventar las redes al humedal, sabían que ese día habría alimento en su mesa, asegura Adolfo Navarro Villa.
«Había mucha fauna y todo lo agarraba uno, salía con su tarrayita o su cucharón para la jaiba y ya llevaba y hacía un caldo, ya comía la gente», refiere.
A sus 83 años de edad, Adolfo ya no pesca ni tiene lanchas porque las vendió hace tiempo. Sentado a un costado del puente Juárez, justo donde la boca del estero se convierte en embudo, cuenta que los peces empezaron a irse cuando las marismas se poblaron.
«Se empezó a contaminar con los registros sanitarios que brotaban al estero, hacían su desagüe para el estero y fue cuando inició más la contaminación», lamenta.
Lo mismo pasó en el cauce del arroyo Jabalines, que después de cruzar toda la cuidad, descarga en El Infiernillo.
Arroyo y estero fueron perdiendo flora y fauna. Los peces y crustáceos que aún entran con la marea, ya no son aptos para el consumo humano debido a la contaminación.
Sin embargo, los pescadores todavía dependen de ese recurso para usarlo como carnada cuando salen a altamar; por eso a veces se les ve lanzando sus atarrayas en la zona.
Afectaciones a la pesca
Los pescadores esperan a que las larvas de camarón que entran al estero crezcan para capturarlas y utilizarlas como cebo en la pesca de pargo, cochito, robalo y otras especies según la temporada.
Hace alrrededor de dos meses, Javier Acosta vio salir una mancha de larvas por el puente Juárez; él cree que posiblemente huyeron de la contaminación provocada por las recientes descargas de aguas negras que se registraron en el cauce del arroyo Jabalines.
Su versión coincidió con la del pescador Adolfo García Félix, quien asegura que en esas fechas consiguió mucha carnada y en consecuencia tuvo una buena pesca. Después, los crustáceos desaparecieron y desde entonces no se volvieron a ver.
«Entró la larva y yo le tiré el chinchorro, ¡nombre! ese día agarré como 40 kilos de robalo y pargo; desde ese entonces no he agarrado nada porque como no hay camarón, no hay larva, no hay nada», relata.
Para sobrevivir mientras no hay producto, el hombre de mar se dedica a limpiar conchas y caracoles marinos que después vende como recuerdo a los turistas.
Sin trabajo y sin recursos
Los peces que también se utilizan como cebo se van o mueren de forma cíclica. Los pescadores de la zona atribuyen las mortandades a la contaminación por descargas de drenaje, basura y tala de mangle.
Además existe la sospecha de que las tiendas de autoservicios asentadas cerca del estero y del arroyo Jabalines podrían estar arrojando sus aguas residuales al cauce cuando lavan las bodegas cada determinado tiempo.
En ese contexto, los pescadores del estero El Infiernillo ven reducidas sus posibilidades de trabajo y sustento.
“Cada que se les pone avientan el drenaje por aquí y se mueren los peces y los camarones; eso nos está perjudicando, no nada más a mí, sino a mucha gente”, señaló uno de ellos.
Arroyo Jabalines
Algunos pescadores se han visto forzados a buscar carnada en los tramos menos contaminados del arroyo Jabalines, comentó aparte Edgar Moya Acosta, presidente de la Cooperativa de Pescadores Artesanales de Playa Norte.
Tras la reciente descarga de aguas negras registrada en el cauce que se ubica a la altura de a colonia Burócrata, dijo, miembros de esa organización tuvieron que desplazarse cuenca arriba para conseguir camarón de río y peces pequeños porque la contaminación acabó por completo con la fauna acuática.
«¿Usted cree que pueda haber vida aquí?», cuestionó mientras las aguas turbias y pestilentes aún fluían por un tramo del arroyo con dirección al estero.
El líder pesquero consideró que las alteraciones provocadas por las descargas han ahuyentado a la fauna silvestre.
Hasta hace tres años, todavía era posible encontrar peces, tortugas y camarones en el arroyo, a la altura de la colonia 20 de Noviembre, antes de ser revestido con cemento, mencionó.
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¿Cómo afectan las descargas de aguas negras a la fauna acuática?
Al ser parte de un sistema estuarino, el Infiernillo se conecta con el estero de Urías, pero con el paso de los años, esa zona de transición se ha reducido. De los 250 metros que se tenían en la década de 1950, ahora solo se tienen 40 metros, justo a la altura del puente Juárez.
En consecuencia, el intercambio de agua entre los dos humedales se redujo, afectando la calidad de las mismas, expuso Carolina Ruiz Fernández, investigadora del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM.
«El Infiernillo ha tenido múltiples modificaciones desde el siglo pasado, relacionadas con el establecimiento de asentamientos humanos en los alrededores del área de conexión con el estero de Urías», precisó.
Adicionalmente, las descargas de aguas residuales suministran sólidos suspendidos que atascan las branquias de los peces, lo cual afecta su resistencia a enfermedades, sus tasas de crecimiento y de desarrollo de huevos y larvas.
Carolina Ruiz explicó que las partículas suspendidas en el agua obstaculizan el paso de la luz y por lo tanto disminuye la producción de oxígeno por fotosíntesis.
Esos mismos sólidos absorben el calor de la luz solar provocando un aumento en la temperatura del agua, lo cual también tiene un efecto negativo porque a mayor temperatura, menor cantidad de oxígeno disuelto.
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Efectos a largo plazo
Cuando la escasez de oxigeno disuelto se prolonga cambia la quìmica del agua, lo que a su vez propicia migraciones masivas de animales móviles como los peces y la muerte de los organismos que no pueden salir de las aguas hipóxicas (sin oxígeno) debido a su baja capacidad de movilidad, tal es el caso de los poliquetos y moluscos bivalvos (almejas u ostiones).
Estos impactos pueden variar dependiendo de la época del año y ser más dramáticos en periodos cálidos y en ausencia de lluvias.
La investigadora consideró que la destrucción de los bosques de manglar en la zona también ha contribuido a la pérdida de biodiversidad en El Infiernillo, ya que son pilares del ciclo de vida de una gran diversidad biológica.
«Todas estas alteraciones en su conjunto, con el paso de los años, indudablemente contribuyen a la pérdida de biodiversidad», puntualizó la especialista en geoquímica y geocronología orientada al estudio de los impactos del Cambio Global en sistemas acuáticos.
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El Infiernillo aún puede rescatarse: pescadores
Desde el punto de vista de los pescadores entrevistados por separado, aún es posible rescatar los manglares y la fauna del Infiernillo; el primer paso, y el más importante, es que las autoridades y los particulares dejen de verter las aguas residuales al arroyo Jabalines y al sistema estuarino.
Marcial Jara Terriquez considera que el deterioro ambiental también es un problema de educación y de falta de interés por parte de las autoridades, al ser ellas las responsables de hacer cumplir la ley, velar por el derecho a un ambiente sano y de administrar los recursos públicos.
«El gobierno es el responsable porque él es el que mueve los recursos y él es el que puede poner un freno a todo”, afirma.
Javier Acosta Martínez, el pescador que a diario retira la basura de la biobarda del puente Juárez, cree que la vida del estero depende de todos.
Los problemas del sistema estuarino son muchos, y sin embargo, visto desde las alturas, El Infiernillo nos regala una bella estampa verde con aguas que no son cristalinas, pero aún reflejan el cielo como un espejo.
«No todo está perdido; el estero va a estar perdido si seguimos con los ojos cerrados», dice Javier.