Desde que el río Colorado volvió a recibir agua en mayo de 2021, un grupo de técnicos de la organización civil Restauremos el Colorado ha recuperado el bosque ripario en uno de los sitios de restauración clave de la cuenca. Cada gota cuenta en los trabajos de ingeniería ambiental que se realizan para revivir el hábitat natural.
Los álamos en Chaussé quieren despertar. Es una madrugada helada, de las últimas antes de dejar atrás el crudo invierno en el norte de México. Acompaño en su viaje de trabajo a los técnicos de Restauremos el Colorado, una organización civil ambiental encargada de todas las labores de conservación en el sitio de restauración Chaussé. El bosque de álamos, sauces y mezquites del lugar son el fruto de un minucioso trabajo enfocado al elemento de su especialidad: el agua.
“Se nos olvida el privilegio que tenemos de tener agua en el desierto. Por eso me gusta mi trabajo, por el compromiso que se tiene hacia el agua. Trabajar con este recurso escaso y hacerlo lo más eficiente posible; hacer que el recurso hídrico se consuma sin excesos”, me dice Rafael Díaz, técnico de la asociación mientras maneja por la carretera dejando atrás una ciudad que pronto terminará de dormir.
Él y su equipo técnico son responsables de recibir el volumen de agua mensual asignado exclusivamente para el riego del bosque ripario que custodian en Chaussé, uno de los cuatro sitios prioritarios para la conservación de la cuenca del río Colorado.

Monitorear los aforos son actividades clave. Rafael lleva una relación profesional con el agua. Para él, el recurso es un insumo vital limitado de un proceso que debe controlar de la mejor manera. Toma con seriedad su trabajo. Cada litro cuenta. Los pequeños brotes de un verde vivo que contrastan con las ramas grisáceas y secas de los álamos después de sobrevivir el invierno lo constatan, cada litro de agua es vital.
Este sitio es particular porque nos explica de manera gráfica los cambios que ha sufrido el entorno y también las posibilidades de un manejo adecuado del agua.
El bosque, compuesto de vegetación que renace en la ribera, comparte espacio con los mezquites en un área de 64 hectáreas, está rodeado de campos agrícolas y asentamientos humanos del Valle de Mexicali, ubicado entre el río Colorado y uno de los canales de riego.
Contrario a lo que uno pensaría, no es el río quien moja las raíces de las plantas, sino que dependen del agua que proviene del canal de riego. Sucede un dakha-brakha, lo que los ucranianos llaman un ‘dar para recibir’, de un río que cede casi la totalidad de su volumen de agua a los canales de riego durante su entrada a México, para que, después de un recorrido de uso intensivo humano, sus aguas logren regar un pequeño oasis de álamos y sauces, y al final del proceso, una pequeña porción del líquido sea liberada de nuevo a su cauce original.
Cada litro cuenta
Cada litro cuenta. Cada litro que entra, cada litro que sale del Chaussé, es cuantificado. Cuántos árboles de álamo, cuántos sauces, qué tan grande es el área y cuánta el agua necesaria para ellos, es calculado.
De la misma manera en que los agricultores mexicalenses, según el tamaño de sus tierras y tipo de cultivo, están obligados a solicitar el volumen de agua requerido para su año de siembra, también los técnicos del sitio deben calcular, mediante un marco programático, la cantidad de agua requerida para el hábitat ripario y generar la solicitud al Módulo de Riego. Dentro de los rangos establecidos, los hábitats de álamo y sauce tienen derecho a tres hectáreas de agua o su equivalente a 10 mil metros cúbicos.
Gracias a los derechos de agua adquiridos por Restauremos el Colorado, el terreno de conservación tiene garantizado el acceso a un volumen de agua de aproximadamente 400 litros por segundo durante seis días al mes, una dotación que deben monitorear puntualmente durante su entrega en el sitio.

Chaussé es lo que se conoce como un sitio de restauración nivel 4. Esto significa que el área contó con un trabajo de intervención para la eliminación de flora invasiva como pino salado y carrizo; que fueron acondicionados con un sistema de riego —en este caso con tecnología por goteo— en terrazas altas, y que el terreno contó con trabajo en superficie, lo que llaman ‘suavizado’, para mejorar el traslado del equipo de mantenimiento dentro del sitio.
“Nuestro manejo en sitio busca imitar el régimen natural del río Colorado. Contamos con estructuras hidráulicas que nos permiten hacer el riego por inundación. Donde existe un flujo base mínimo que predomina todo el año que mantiene a la vegetación, y un flujo pulso controlado que permite una inundación de las llanuras dentro del sitio”, explica Adrián Salcedo, responsable de hidrología en Restauremos el Colorado.
El entendimiento del agua presente y el agua garantizada permiten hacer mejoras al sitio de restauración. Con el análisis hidrológico de agua superficial y subterránea en el meandro (curvatura del río), Adrián ha liderado modificaciones en los rangos de los hábitats de álamo y mezquite para garantizar un mejor aprovechamiento del insumo hídrico.

Agua de calidad, árboles saludables y el regreso de fauna nativa permiten medir el estado del sitio, pero mantener este nivel requiere de disciplina. Tratar de imitar los procesos naturales de un hábitat recuperado con especies nativas conlleva trabajo físico e intelectual. Cada expansión del sitio implica una intensa labor de planeación donde cada álamo, cada sauce y mezquite son parte de un cálculo minucioso, donde cada necesidad debe estar justificada.
Cada litro cuenta (entran y salen pensando en litros).
Ingeniería ambiental
Entre las hojas de un tule, una garza nos observa y no duda en volar ante nuestra presencia. Sobre el espejo de agua del Chaussé, en donde se forma una ondulación, un par de patos de negro plumaje nadan plácidos. Los tallos nuevos que brotan de los árboles son un indicio de que las compuertas del canal se abren para el sitio de restauración.
Los técnicos de campo comienzan la maniobra protocolaria antes de recibir el agua. Prestan atención a los detalles; mientras uno de los jóvenes mide la calidad del agua en el canal, otros dos se adelantan a la boca de entrada para calcular la velocidad de entrada del líquido.
Monitorean la calidad del agua dentro del meandro apoyados de instrumentos de medición digital que les permite obtener el nivel de salinidad del agua corriente. Conocer este valor es importante para Rafael, quien debe reconocer que la calidad del líquido sea del nivel aceptable para la flora riparia. En caso de que el nivel de salinidad estuviera fuera del rango aceptado, estaría obligado a suspender el recibimiento. Si la captura de calidad arroja un nivel dentro del rango aceptado, como sucede en el día de la visita, se puede proceder con la apertura de la compuerta.

Una vez que los niveles de calidad son aprobados en ambos lados, uno de los técnicos inserta una llave y comienza a girarla con fuerza para subir lentamente las compuertas. El agua ruje, pasa por un conducto, atraviesa una rampa y llega a la curvatura del río. Antes de su llegada, una línea de piedras permite que la aceleración del agua disminuya y que los técnicos puedan bajar con seguridad el aparato de medición para obtener la velocidad del caudal.
Durante los días contemplados para la recepción del volumen de agua, el meandro aumentará su nivel gracias a los diques ubicados al norte y sur del sitio. Este control permite que se imiten los desbordamientos naturales del río Colorado para lograr el riego por inundación.

Al caminar por el sitio, es posible ver cómo las inundaciones y su flujo han permitido que las semillas de álamos germinen en lugares notablemente fuera del orden planeado por el equipo. Este aparente desorden, el orden natural, es también un signo de éxito para Restauremos el Colorado.
Frente a los diques, una tabla de medición espera el alza del agua. También esperan las garzas postradas sobre las ramas de los mezquites. Aumentará el nivel por seis días consecutivos con el volumen acordado para hidratar la zona, en una temporada en que los árboles parecen sentir la próxima llegada de la primavera. Los pequeños brotes brillantes bailando con cualquier soplo de aire, hablan de un cambio climático en el porvenir. Y estas hojas también sirven de indicador de éxito, de que entran exactamente los litros de agua necesarios para que este ecosistema ripario crezca de manera saludable.
*Este trabajo periodístico forma parte del programa de difusión del Water Desk en Colorado, Estados Unidos. Son Playas lo replicó por su valor informativo, sin fines de lucro.
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