En este texto, el autor explica por qué la organización político-territorial de Sinaloa fue más compleja de lo que se dice en los libros de historia oficial.
La historia oficial sinaloense –la que nos enseñan en la escuela, pues- sostiene que, a la llegada de los españoles al norte del río Mocorito se encontraban grupos seminómadas con apenas organización política; mientras que al sur de éste había solo dos señoríos que se extendían por enormes territorios controlados desde sendas capitales: Culiacán y Chametla. De acuerdo con, entre otros, A. Nakayama –único historiador [creo] que tiene su nombre inscrito en letras de oro en el Congreso Legislativo del Estado de Sinaloa- Chametla abarcaba desde el río Piaxtla al río de Las Cañas y era “un señorío independiente, hereditario, cuya cabecera se encontraba en el pueblo de Chametla, que tal era también el nombre del propio señorío”.

Sin embargo, esa es la realidad de la etapa virreinal, no de la época prehispánica; ya que la mayor parte de los historiadores se han apoyado en los documentos de los siglos XVII y XVIII, en particular la obra de fray Antonio Tello, por lo que tiene la autoridad de “lo antiguo”; sin embargo, la crónica de Tello es una fuente secundaria y a pesar de que las hay, y en profusión, han dejado de lado las fuentes primarias: las relaciones de la conquista capitaneada por Nuño de Guzmán, porque, según J. Carpenter: “lo escueto” de éstas imposibilita: “reconstruir la geografía [política] de la región al momento del contacto con ningún grado de veracidad”.
En realidad, en las 11 relaciones –y en las múltiples cartas que el propio Nuño de Guzmán escribió- hay una gran cantidad de datos que nos permiten establecer con un alto grado de corroboración, la geografía política de la llanura costera del noroccidente de México a la llegada de los españoles; lo cual concuerda en buena medida con los resultados de las investigaciones arqueológicas.

Como ya vimos en una colaboración anterior («A 490 años de la conquista de Sinaloa”), la provincia de Chametla se limitaba a la cuenca baja del río Baluarte. Estando aposentado Nuño de Guzmán en las afueras de la cabecera, ubicada en la margen sur del río, entre las actuales poblaciones de Chametla y Apoderado, tuvo noticia de la existencia de varias provincias entre Chametla y Culiacán, por lo que partió en su busca: “…mediado Enero del año de quinientos y treinta y uno por un camino muy ancho que los naturales estando de paz y sabiendo que íbamos adelante habían abierto, el cual iba por los lados de las poblaciones, arrimado a la sierra”, según se cuenta en la Segunda Relación Anónima.
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Estas provincias o entidades político-territoriales, aunque en ocasiones entraban en conflictos, también tenían estrechas relaciones, como lo confirma la mención del camino, lo que se refrenda en la Relación de Gonzalo López: “… estando antes désto, de paz, este pueblo, les mandaron el alcalde é Verdugo á los señores dél, hiciesen limpiar los caminos, para delante hasta Culnacan; porque ellos daban noticia de todo hasta allí, qués mucha tierra, los cuales lo hacían hasta tanto, que no sé por qué causas los indios se alzaron, y cesó el limpiar de los caminos, aunque había limpios, mucho parte déllo”.
La primera avanzada le correspondió a Juan de Sámano quien dice: “Desta provincia [de Chametla] me mandó á mí el capitán general que fuese á un pueblo que está siete leguas de aquí, que se llama Quezala, á ver si saldría de paz; é yo fui con cierta gente de caballo é peones, é no salieron de paz ni de guerra, mas que se absentaron y se escondieron… Este pueblo está muy bien poblado: va hasta la mar poblado: va un gran rio por medio de lo poblado hasta la mar: llámase este pueblo Quezala”.
Quezala se localizaba entonces a siete leguas de Chametla, esto es, entre 35 y 45 kilómetros; a orillas de un río y al parecer más o menos cercano a la costa. El siguiente río al norte del río Baluarte es el Presidio y se ubica a unos 40 kilómetros de distancia. Quezala se ubicaba entonces, al poniente de Villa Unión. Cristóbal Flores, por su parte, relata que el grueso del ejercito: “E caminando cuatro o cinco días llegamos a un pueblo pequeño subjeto a una cabecera que está hacia la mar, que se llama Quezala”. Así pues, Quezala era la cabecera de la provincia y se ubicaba cerca de la desembocadura del río, más o menos a la altura de los actuales pueblos de El Walamo y Barrón en la parte baja del río Presidio.
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Se trataba, entonces, de una provincia costera distinta de Chametla. Pero no era la única. En la Segunda Relación Anónima se menciona: “Está cinco leguas de Chametla una provincia que se llama Cazala, harto buena, pero no esperó de paz ni de guerra, mas antes tenían todo lo que tenían alzado por los montes: hallóse comida de maíz y de gallinas. Hay a la una parte y a la otra dél muchos pueblos y estancias: cuatro leguas mas adelante hay otra provincia que se dice Culipara, que estaba de la manera de Quezala: hay en ella abundancia de comida”.
De resaltar el que se refiera tanto a Cazala como Culipara como “provincias”. Así, cuatro leguas adelante de Quezala, se localizaba la provincia de Culipara, también a orillas del mismo río Presidio, pero noreste, donde este comienza a dejar el llano y a entrar en la sierra a la altura de los actuales pueblos El Bajío, Siqueros y El Recodo. De hecho, Culipara o Colipa es un vocablo de origen náhuatl que se puede traducir como cosa torcida, ya sea un camino o un río. El Recodo, sería pues una reminiscencia del nombre antiguo. Por lo demás, Culipara se describe muy similar a Quezala, por lo que quizá se diferenciarían sólo políticamente.
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Por su parte, Juan de Sámano refiere que el contingente retoma su avance hacia el norte desde una población sujeta a Quezala, ubicada al sur del río Presidio, entre Aguacaliente de Gárate y El Aguaje de Costilla. Dice Sámano: “De aquí caminó el campo otros tres días, y era todo el camino poblado; decían que esta poblazon se llamaba Colipa. Al cabo de ella, en una estancia que nosotros le posimos el pueblo de Frijolar, estuvo el campo siete días, porque el camino abierto que llevábamos iba á dar en unos muy grandes montes y secadales, y convino andar á buscar camino para seguir nuestro viaje”.
Sámano deja en claro que El Frijolar estaba “al cabo de Colipa”, esto es, o en los límites o fuera de ella, y de acuerdo con el itinerario del ejército, al norte del río Presidio. En efecto, Cristóbal Flores menciona: “Partidos de aquí [de Colipa], caminando llegamos a una estancia que se dice de los Frisoles, donde estuvimos quince días, que no se hallaba camino, porque hasta allí nos lo habían abierto los naturales de Chiametlan”. Lo que confirma que Los Frijoles se encontraba al norte del río Presidio y no estaba sujeto ni a Quezala ni a Colipa; y debió tratarse de una provincia grande y próspera. Dice Juan de Sámano: “Allí envió el capitán general por muchas partes á buscar camino, y en todas partes se hallaba poblado; y el maestre de campo é yo seguimos un rio arriba un camino, y andaríamos diez leguas por él, y dimos en unos valles poblados de muchas estancias, y hallóse un camino algo ancho”.
Así, de acuerdo con las relaciones de la conquista, queda claro que en lo que ahora es el sur de Sinaloa, además de Chametla, había al menos otras tres provincias o, si nos queremos ver más académicos, unidades político-territoriales: Quezala, Colipa y Los Frijoles. Las dos primeras, al igual que Chametla, merecieron una referencia en el Lienzo de Tlaxcala, donde se narra gráficamente la participación de los tlaxcaltecas en las campañas de conquista y en el que se resaltan los puntos de importancia política; lo cual nos da una idea de su relevancia.

También se sugiere la existencia de una más: Xicara, situada al pie de la sierra, a orillas de lo que ahora es el río Pánuco, a la altura de Chele; sin embargo, las menciones son, aquí sí, muy escuetas, pues solo son dos y de oídas, pues ninguno la visitó. La una de Juan de Sámano: “Aquí fueron á entrar ciertos peones é amigos hácia la parte de la sierra de Xicara (?), que habían hallado muchos valles é arroyos poblados, de donde trujeron muchos bastimentos é gallinas é otras cosas”. Por su parte, Gonzalo López: “después de despedido Verdugo y otros que con él venían, partió de allí el campo y fué á dormir á una sabana, y otro dia á un arroyo pequeño, y otro dia á la halda de otro arroyo quéstaba cerca de unos pueblezuelos, de donde los amigos trajeron bastimentos”.
Como sea, es claro que la organización político-territorial de Sinaloa era mucho más compleja de lo que hasta ahora nos han hecho creer.
Para leer más:
Víctor Ortega León y Luis Alfonso Grave Tirado, 2019. “Por tierras no sabidas y tan estrañas”. Geografía protohistórica de la costa noroccidental del Pacífico. La ruta de Nuño de Guzmán. Chihuahua, México: Instituto Nacional de Antropología e Historia, Escuela de Antropología e Historia de Norte de México.
Luis Alfonso Grave Tirado y Víctor Ortega León, 2020. “Límites difusos, dinámicas intensas. Sinaloa a la llegada de los españoles”. Anales de Antropología 54 (2): 7-18. http://www.revistas.unam.mx/index.php/antropologia/article/view/72726