En las zonas tropicales no hay mayor referente a vacaciones y descanso que una visita a la playa. Atrás quedaron los pendientes y labores de la casa cuando la arena está bajo los pies y la brisa marina alrededor, y entonces no hay mayor preocupación que obtener un buen bronceado.
Pero, a pesar de que todos compartimos una imagen de las playas, no todas son iguales. La arena es uno de sus componentes más característicos. Por definición, sin estas partículas no podría haber playas.
Las playas son acumulaciones muy largas de granos de arena que miden entre los seis decímetros y dos milímetros. Estos sedimentos tienen diversos orígenes, entre los que destacan la fuente terrestre, volcánica y marina.
Estas partículas se mueven constantemente a lo largo de la costa debido al oleaje y a las corrientes marinas, y para asegurar la permanencia de la playa, el aporte de arena no debe interrumpirse.

Origen de la arena
La arena existe por la fragmentación continua de rocas, como consecuencia de la acción del viento, el agua, la gravedad, etc. Este proceso puede tardar miles de años. Las tonalidades de la arena cambian de acuerdo a su origen y composición mineral.
La arena blanca del Caribe es producto de la erosión natural del carbonato de calcio de los corales y de otros organismos que desarrollan conchas. Un porcentaje importante de esa arena es producto de la actividad del pez loro, que muele con sus mandíbulas el coral muerto. Se ha calculado que un pez loro puede producir 100 kilos de arena blanca en un año.
Las playas pueden tener tonalidades negras cuando la arena se forma a partir de materia volcánica erosionada. En este caso el mineral dominante puede ser la magnetita, como sucede en las playas de Islandia.
La arena de origen terrígeno es más gruesa y de forma irregular, su tonalidad es dorada o beige. Las playas con esta tonalidad tienen alto contenido de silicio, como es el caso de las costas del Pacífico mexicano.

Desde 1973, se empezaron a clasificar las costas por el origen de este sedimento entre primarias y secundarias. Las primarias resultan de procesos esencialmente no marinos, donde la mayor cantidad de sedimento es aportada desde el continente; por ejemplo, por medio de los ríos que desembocan en el mar, tal es el caso de la costa de Sinaloa. Mientras que las costas secundarias resultan de la acción de procesos marinos, como las costas del Caribe que son colonizadas por arrecifes de coral.
A pesar de que la arena de las playas está en constante recambio, interrumpir su aporte y transporte natural tiene repercusiones ambientales importantes porque se ocasionan problemas de erosión atípicos, advierten investigadores del Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas (CICIMAR), mediante diversos estudios.
Recurso finito
La arena no solo está en las playas y océanos. También se encuentra en los desiertos, los cauces de los ríos, en las casas, los edificios, incluso en el pavimento de las calles. De acuerdo con el informe “Arena, más escasa de lo que uno cree” del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), en 2012 más de 30 mil millones de toneladas de arena y grava, provenientes de playas ríos y océanos, fueron extraídas para la producción global de cemento y concreto. La arena del desierto no se puede utilizar para este fin debido a su suavidad.
Por ello, la arena se contempla como el segundo recurso extractivo más consumido después del agua (PNUMA).
La extracción de cantidades tan altas de estos minerales pone en riesgo las playas de muchas regiones del mundo. En México, solo existen tres concesiones para la extracción legal de arena en las playas. Sin embargo, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA) ha registrado zonas de extracción ilegal en Estados costeros como Baja California Sur, Jalisco y Nayarit, entre otros.
Una investigación realizada en 2021 por Ibrahim Rotimi, investigador de la Universidad Estatal de Laos, señala que actualmente en el mundo se extrae más arena de la que naturalmente se produce. Además, esta actividad supone un riesgo para el ambiente costero pues favorece la erosión costera, la contaminación del suelo, la pérdida de biodiversidad acuática, entre otros.

Los humanos no somos los únicos que aprovechamos la arena. Diversas especies la requieren para cumplir su ciclo de vida. Por ejemplo, en las playas de Sinaloa, cada año llegan a anidar y desovar las tortugas Golfina (Lepidochelys olivácea), Prieta (Chelonia agassizi) y Laúd (Dermochelys coriácea), las cuales están clasificadas en peligro de extinción en la NOM-059-SEMARNAT-2010
¿Qué podemos hacer?
Sí usas estos espacios disfruta del paisaje, pero no extraigas la arena o conchas, pues son espacios que otras especies aprovechan. Cada grano suma y con el paso del tiempo esa concha se transformará en un grano de arena.
Si viajas con mascotas, no las dejes sueltas; los perros o gatos pueden afectar la vegetación y fauna nativa como las tortugas o cangrejos. Y por favor, viaja con bolsas para recoger sus heces y la basura que generes durante tu visita, pues ambas pueden ser una fuente importante de contaminación.
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