Las gaviotas y pelícanos son fundamentales para la actividad pesquera; verles en parvadas, alimentandose en el mar, es señal de la presencia de cardúmenes. Tanto pescadores ribereños como de altamar saben que en ese «comedero», como ellos le llaman, encontrarán peces. Entonces se aproximan y extienden sus redes o lanzan sus anzuelos.
«Son parte del mar y de nosotros aunque muchos no lo ven; ellas nos ayudan, cuando nosotros vemos de lejos ese pajaral echándose clavados ya sabemos que ahí hay peces», dijo Edgar Moya Acosta, presidente de la Cooperativa de Pescadores Artesanales de Playa Norte.
En agradecimiento al apoyo que reciben de las aves marinas, Edgar, su tío y su papá rescataron hoy a una gaviota plomiza que desde hace tres días nadaba alrededor de las piedras blancas que se encuentran en la bahía, a la altura del Paseo del Centenario. Al parecer el ave estaba lesionada y no podía salir del agua.
Por eso y porque la vieron cansada, «se les ablandó el corazón» y decidieron subirla a la panga. Desde su punto de vista, es muy probable que el ave no hubiera aguantado otro día más en el agua.
La gaviota no puso resistencia, se dejó agarrar y regresó a la playa a bordo de la «La lepra», la embarcación en que Edgar, su padre Jeús Moya y su tío Esteban Murillo suelen recorrer la bahía equipados con anzuelos y curricanes, unos de los pocos que aún practican la pesca artesanal.
Ya en tierra, la alimentaron y la dejaron integrarse con otros ejemplares de su especie que suelen revolotear entre las pangas, esperando las visceras y otros desechos de la zafra del día. Sus rescatistas tomaron foto y video del hecho para compartirlo con las y los lectores de Son Playas.
Este ejemplar es una gaviota plomiza (Larus heermanni) también conocida como gaviota mexicana; en nuestro país se encuentra sujeta a protección especial de acuerdo a la Norma Oficial 059 debido a que las zonas de nidificción y sus hábitats han sido perturbados. Los adultos tienen el cuerpo gris con cabeza blanca y pico rojo mientras que los más jóvenes son color café cenizo por arriba con pico rosado; la tonalidad de su plumaje es más claro en la época reproductiva.
Sobrevuela el mar en busca de alimento y se sumerge en la superficie o baja en picada hacia el agua para atrapar peces. También suele robar el alimento de otras aves ya sea porque se los arrebata del pico o porque las acosa para obligarlas a entregar o desembuchar lo que han capturado, según se detalla en la plataforma Audobon
Los pescadores han sido testigos de cómo las aves costeras llegan a lesionarse al enredarse en las poleas, propelas y artes de pesca de las embarcaciones mayores que se aproximan cuando estas se alimentan en mar abierto. También se enmallan con las «redes fantasma», o se lesionan cuando el viento y el oleaje se incrementan en la temporada de huracanes.
Las aves que frecuentan el embarcadero de Playa Norte, principalmente pelícanos, corren el riesgo de ser atacados por los perros cuyos dueños les retiran la correa al llevarlos a pesear. Recientemente se pudo observar al menos cuatro aves con las alas rotas en ese sitio.
El Hospital de Fauna Silvestre que operaba el extinto Acuario Mazatlán era el único lugar que auxiliaba y recibía a estas especies. Tras su desaparición, el Gran Acuario Mar de Cortés contempla la posibilidad de retomar el proyecto y darle continuidad tras la inconformidad social que generó la noticia del cierre.
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